Todas las personas tomamos decisiones constantemente. Cuando tomamos una decisión llevamos a cabo una selección de un curso de acción entre dos o más alternativas.
El término decisión se deriva de “decidere”, que significa “cortar”: una vez que se ha tomado la decisión, se requiere firmeza en su propósito. Elegir un camino, una opción, no siempre requiere de una toma de decisión, puede ser un acto inconsciente y a demás siempre tenemos la posibilidad de volver atrás.
Sin embargo, una decisión, una vez tomada no se puede modificar, en otras palabras, decidir significa “abandonar el pasado”. Porque las decisiones tomadas son la base de la planificación del proceso posterior.
A la hora de tomar una decisión podemos usar un mapa que nos guíe cuando la decisión es estructurada. Pero si no es estructurada, necesitamos “aventurarnos” y aquí es donde necesitamos hacer uso creativo de todos los recursos a nuestra disposición. Ya que en ocasiones son este tipo de decisiones las que nos acompañan en nuestro día a día.
Las decisiones estructuradas se toman de acuerdo con políticas, procedimientos o reglas que posibilitan la toma de decisiones en situaciones repetitivas, porque limitan o descartan alternativas. Para la toma de decisiones no estructuradas es importante saber analizar los problemas de forma sistemática y tomar decisiones lógicas… ¡o no tan lógicas! Hoy en día muchos problemas nuevos requieren de soluciones nuevas y creativas.
Algunas decisiones las tomamos individualmente y otras son compartidas. Para el éxito de estas últimas existen numerosas técnicas que nos pueden ser de ayuda y también precisamos habilidades que nos permitan comunicarlas a otras personas.
Unidades
- Aspectos generales de la toma de decisiones
- Nuevos recursos para nuevos tiempos
- Técnicas para la toma de decisiones individual
- Técnicas para la toma de decisiones compartida
- Cómo comunicar tus decisiones
- Habilidades de gestión personal para la toma de decisiones